Vivimos en una sociedad donde preferimos invertir nuestro dinero, nuestro tiempo y nuestra energía en cosas materiales y placeres temporales en vez de invertirlo en cosas que nos aporten verdadera calidad de vida y bienestar a largo plazo. Ciertas personas no tienen claras sus prioridades, o simplemente no han reflexionado lo suficiente como para tenerlas claras del todo.

¿A cuántas personas conocéis que prefieren gastarse 20€ en alcohol en vez de 20€ en un libro?

¿A cuántos conocéis que te dicen «no tengo tiempo para entrenar» pero se pasan 2h diarias en Instagram?

¿Conocéis a alguien que haya invertido 1000€ en un teléfono el cual no va a aprovechar ni el 20% de su potencial, pero se haya negado a pagar 500€ de cuota anual de un gimnasio?

Personalmente sí, conozco a unas cuantas personas con estas características. Soy el primero en respetar los gustos y preferencias de cada persona, pero tenemos que ser más inteligentes a la hora de tomar ciertas decisiones. Tomar una decisión fijándonos en como puede repercutir en el largo plazo, es una buena idea.

Quiero que pienses si las acciones que haces cada día te acercan o te alejan de la persona en la que te quieres convertir. Piensa en lo que haces cuando te levantas, cuanto te acuestas, cuando trabajas, cuando te relacionas con tus amigos… En definitiva, en todo lo que haces en tu día a día. ¿Cada acción que realizas te acerca a mejorar como ser humano y a conseguir tus objetivos?

Y obviamente, no estoy hablando de ser «productivo» las 24 horas. Aunque bien, creo que varias veces entendemos esa palabra de forma errónea. Para mucha gente, ser productivo es únicamente realizar tareas que te hagan avanzar en tus objetivos profesionales, académicos, personales, etc. Bajo mi punto de vista, tendríamos que darle una vuelta de tuerca a ese significado. Para mí, levantarme a las 10 de la mañana un domingo con mi pareja, ir a dar un paseo cogidos de la mano a la orilla del mar y almorzar tranquilamente, o disfrutar de una salida con mis amigos mientras reímos a carcajadas… también es ser productivo, es más, son de las cosas más productivas que puedo realizar. No olvidemos que venimos a este mundo a ser felices.

Quizás si te levantas y almuerzas magdalenas con colacao, trabajas por trabajar sin ninguna motivación interna, cada vez que quedas con tus amigos bebéis cervezas hasta reventar y no haces deporte porque vives en el mundo de yupi y te piensas que siempre estarás igual de bien que ahora… no es lo mejor.

Entonces, la clave en saber priorizar de forma correcta está en saber en quien te quieres convertir y en que tus objetivos y las acciones que realices en tu día a día estén en consonancia con ese futuro yo ideal.

¿Quieres tener una buena salud y una buena calidad de vida, un trabajo con el cual te sientas a gusto y realizado al máximo, un cuerpo con el que te sientas genial y puedas disfrutar de él durante mucho tiempo, rodearte de personas que te sumen y no te resten y en general disfrutar de tu família, pareja, amigos, tus aficiones y de la vida en general? Pondría la mano en el fuego que el 99% de personas responderían que sí a estas preguntas. ¡Qué cojones! El 100% respondería que sí.

Entonces, deja los hábitos que sabes que no te van a acercar a todo eso. Está muy bien eso de «vive el presente como si no hubiera un mañana», pero seamos consecuentes con lo que hacemos. Te animo a que hagas un análisis de los hábitos que estás llevando a cabo en tu día a día, y los clasifiques en positivos y negativos. Los positivos son los que te aportan felicidad, te convierten una mejor persona y te acercan a tus objetivos (ejemplos: estudiar para conseguir un grado universitario y poder trabajar de lo que te gusta, hacer actividad física para mantener o conseguir una buena salud o cenar junto a tu familia). Los negativos son los que te aportan placer a corto plazo pero tienen consecuencias negativas a largo plazo (ejemplos: comer comida procesada bastante a menudo, beber alcohol cada fin de semana o quedar con un «amigo» que no te apoya en tus objetivos). La idea está en mantener esos hábitos positivos que nos hacen bien, incluso adquirir de nuevos, e ir eliminando de forma progresiva esos negativos que únicamente nos están desviando de nuestros objetivos y de la persona en la que nos queremos convertir.

Y recuerda, el placer no siempre es positivo y el dolor no siempre es negativo.